LA NIÑEZ de SAN JUAN CALABRIA

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INTRODUCCIÓN

Estas catequesis calabrianas son una verdadera peregrinación, donde visitaremos la geografía existencial y espiritual de nuestro querido fundador, el P. Juan Calabria.

La primera catequesis con la metáfora del FARO, nos introdujo en esa LUZ EVANGÉLICA que fué la vida de S. Juan Calabria y que la Obra es llamada a ser, cual faro que ilumina la noche oscura del mundo.

Hoy nos detendremos en los primeros años de su vida, en el contexto, el ?terreno? donde fueron plantadas las semillas de la fe y della confianza en Dios Padre, de la solidariedad que abre las puertas al más necesitado... En éstos años de infancia y de juventud Juan Calabria descubre el valor del ?hogar? y la importancia de crecer con serenidad, también en medio de tantas pruebas, en una familia.

Esta catequesis es un viaje no solo en la historia cronológica de Juan Calabria, sino también de la espiritualidad de Juan y de la Obra que nacerá de él. En ésta geografía espiritual encontramos también nuestras raíces. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a descubrir las ?huellas? dejadas por la Divina Providencia que ha guiado la historia que comenzó con Juancito y nos envuelve hoy a todos nosotros.

Nos ayude el Espíritu a ir más allá de los datos biográficos, a saber ?leer? la acción de Dios que irrumpe en la historia y va escribiendo páginas hermosas de amor y misericordia, en los renglones, a veces bastante torcidos, de nuestras existencias.

Comencemos con algunos datos biográficos, que son los ?renglones? donde la Providencia fué escribiendo una historia de santidad, la de San Juan Calabria.

DATOS BIOGRÁFICOS

Giovanni Calabria nació en Verona, a las 11.30 de la mañana del miércoles 8 de octubre de 1873, en una pobre azotea de vicolo Disciplina, en el corazón de la ciudad de Verona.

Fué bautizado en la Parroquia Santos Apóstoles el 1 de noviembre del 1873.

 En el registro civil fué anotado con el nombre de Orestes, pero

en el  certificado de bautismo, le pusieron los nombres de Juan Oreste Maria. El nombre Oreste pronto pasó a desuso y el nombre Giovanni (Juan) prevaleció.

Il papà se llamaba Luigi Calabria.  La mamá, Angela

Alquilaron un departamentito en el último piso de un edificio, en la ciudad de Verona. Del matrimonio nacieron 7 hijos, de los cuales los primeros 4 fallecieron en sus primeros años de vida. Juan será el último de los 7 hermanitos.

Cuando nació Juan su papá tenía ya 53 años y su mamá 42. Su hermanita Teresa tenía 6 años y Gaetano 3. Con ellos vivia también una anciana pobre, Barbara. Ella será la madrina de bautismo de Juancito.

Papá Luis nació en Verona el 13 de julio de 1820. Había quedado viudo y sin hijos de su primer matrimonio y cuando tenía 36 años se casó con Angela Foschio.Era zapatero. Tenía un pequeño local cerca de su casa donde arreglaba calzados; era un ambiente húmedo y frío que afectava su salud, de por sí ya bastante frágil. Era un hombre sencillo, humilde, amante de su trabajo y de la familia.

Angela, nació en Verona el 7 agosto 1831, en una familia muy pobre. Por éste motivo fué internada en un colegio para chicas pobres, fundado por otro santo sacerdote verones, P. Nicolas Mazza. Allí entró con solo 6 años de edad y permaneció por 11 años, recibiendo una buena formación humana y cristiana; aprendió a cocer, bordar y hacer las tareas de una ama de casa.

Angela se casó con Luis en el 1856, ella tenía 25 años.

La mamá, para contribuir con la economia de la familia, hacía pequeños servicios como costurera, o lavando y planchando para las familias nobles de la ciudad.

- A la edadde tres años Juan comienza el jardín de infantes y luego la escuela primaria en el Instituto de los Padres estigmatinos. (1881-1885)

En la familia Calabria no falta la oración: se reza todos los dias a la mañana, a mediodia (el Angelus) y al atardecer el Rosario. Se va a misa todos los domingos.

  • El 29de mayode 1882 recibe el sacramento de la Confirmación Tenía 8 años y medio.
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Éste día quedará grabado en su sensibilidad de niño por el episodio del reloj.Era tradición que el padrino de confirmación regalara a su ahijado un reloj. Después de la misa los chicos muestran unos a otros sus relojes nuevos, y Juancito no tiene el suyo. Lo mira al padrino y éste, alzando la mirada le indica con el dedo el reloj de un edificio: Ese es tu reloj! Otra humillación para el pobre Juan.

  • Un año después recibe la Primera Comunión.

En Septiembre de 1882 hubo una gran inundación en Verona: cuatro quintas partes de la ciudad quedaron bajo agua. Para agrabar la situación, en la noche del 17 de septiembre, además de la inundación, hubo un terremoto, causando el colapso de muchas casas. Esta situación trajo mayor pobreza y hambre en la población de Verona. Y también la familia Calabria se vió afectada.

En el 1885iniciala secundaria, pero tiene que interrumpir en el 2do año debido a la enfermedad y muerte de su papá (1886).

  • Papá Luis se había enfermado de tuberculosis y después de 1 mes de internación falleció, el 20.2.1886. La familia que ya era pobre, quedó aún más desamparada, teniendo que pagar la internación y curas médicas, además del alquiler y de los gastos ordinarios.

Juan tiene que interrumpir sus estudios y comienza a trabajar como aprendiz en algunos tallercitos de la ciudad para ayudar a la familia. Asi también hicieron sus dos hermanos.

  • Pero las pocas entradas no bastan para cubrir los gastos. Los pocos muebles que tienen los llevan a remate, para recavar unos pesitos. No consiguendo pagar el alquiler son desalojados.

El rector de la Iglesia de San Lorenzo, el P. Pedro Scappini, conociendo la situación en la que se encuentra la familia Calabria, les ofrece hospitalidad en los balcones que daban hacia el interior de la Iglesia (matroneos), que él los transforma en precarias abitaciones. 

Allí quedarán alojados por dos años y medio, para pasar después a ser acogidos en el palacio del Conde Francisco Perez, donde mamá Angela, Teresa, Gaetano y Juan permaneceran por 10 años. Es el tiempo en que completará sus estudios secundarios en el seminario, hará dos años de servicio militar y luego la teologia hasta llegar a ser ordenado sacerdote, en el 1901.

Intentamos recuperar algunos elementos significativos de la infancia y de la vida en familia, de Juan Calabria.

Una infancia bendecida y probada

Todo niño queda marcado por los hechos, circunstancias, relaciones, personas, privaciones, etc. vividos durante la infancia. Cada persona es fruto de su tiempo, de su historia, del contexto familiar, social, religioso... donde nació y vivió. La historia va dejando huellas en la personalidad, en el carácter, en la consciencia de cada uno... también Juan Calabria, que era un niño muy sensible, quedó marcado por tantas experiencias de su infancia.

Probamos ahora entrar en la intimidad de su hogar, para sentir que clima se respiraba en esa familia, como eran las relaciones, como enfrentaban las dificultades, donde estaba el corazón de ésta familia. La santidad de Juan Calabria tiene sus raices en éste hogar. La Obra tiene sus raices en ésta historia familiar.

Que habia de especial en esa casa? Diría, ?nada? en particular.

La familia Calabria, como muchas otras familias de la época vivia las penurias de la pobreza. Pero una pobreza vivida con dignidad, en la lucha por sobrevivir, por conseguir el pan cotidiano con la fatica de trabajo precario e insalubre. El invierno era cruel y no habia con que calentar el ambiente. Se sentia el hambre, no había con que curarse cuando se enfermaban. En esa casa fallecieron cuatro niños y precozmente también el papá se enfermó y falleció. Y después la situación empeoró, los chicos tubieron que dejar la escuela e ir a trabajar. No teniendo con que pagar el alquiler, primero rematan algunos muebles hasta que finalmente reciben la orden de desalojar.

Pero en ese hogar no faltaba el amor. En medio de tanta pobreza que envolvia la familia Calabria como una noche oscura y larga, brillaba una LUZ... era la fe de mamá Angela. Una fe grande, invencible, que se manifestaba en oración, en devoción a Maria, en amor a la Eucaristia... y en ésta fe creció Junacito junto a sus hermanitos.

Mamá Angela fué para Juan una grande maestra de vida. Una mujer sencilla, humilde, trabajadora y de profunda fé, una buena esposa y madre. Con cuanta generosidad y sacrificio lo daba todo por su familia. De ella Juan aprende a tener cuidado por la vida fragil, por los más necesitados, pero sobre todo a la escuela de mamá Angela Juancito va aprendiendo que Dios es Padre bueno, providente y es Padre de todos, especialmente de los mas pobres.

La fé de mamá Angela era una fe práctica, concreta. Tenía la certeza que Dios es Padre, y no los iva a abandonar, también en las situaciones más difíciles.

Éste clima de piedad, de oración que se respira en casa, fué plasmando en Juancito una sensibilidad religiosa muy acentuada

Nos quedan algunos recuerdos lindos de su sensibilidad espiritual:

  • Un día estaban rezando el rosario en familia, y de repente Juancito interrumpió el rosario, se levantó y apagó la velita que estaba en el pequeño altarcito construido sobre la mesa, dejando a todos intrigados por su gesto. El motivo era que había visto Bárbara que estava masticando algo mientras rezaba. Bastó que la anciana abuelita sacara el caramelo de la boca para que Juancito reencendiera la vela y continuara con la decena del Rosario.
  • Su pasión por lo religioso lo demuestra su juego preferido: el altarcito. Con dos sillas se construia el altar, un pañuelo como casulla, algunas velitas e imagenes sagradas, y llamaba a ?misa? a sus hermanitos y a Bárbara... e imitando al sacerdote repetia la omilia que habia escuchado en la misa, concluyendo con tantos ?secula seculorum?.
  • Una vez, tomó las tijeras y se cortó el pelo como un clérigo. Su mamá lo retó diciendole que lo iva a llevar a la plaza para que la gente lo viera, pero claro, no pasó de una simple amenaza.

Para Juan no era solo un juego... era un sueño, quería ser sacerdote, un santo sacerdote! Él mismo escribirá en su diario personal muchos años después: ?Realmente tengo que decir que, aún si tan pobre, tan miserable, desde mis primeros años sentí el llamado al sacerdocio, y en medio de tantas pruebas, de tantas contradicciones y de tantas miserias, nunca, por pura gracia del Señor, tube la más pequeña duda sobre mi vocación?

De pruebas, contradicciones, miserias... encontró tantas en su camino.

El mismo Juan ya adulto, gustaba narrar y compartir algunos episodios de su infancia que tocaron su sensibilidad, dejaron heridas pero sobre todo enseñanzas para su vida.

  • Uno de los recuerdos de su niñez, de cuando comenzó a ir a la escuela, es el episodio en el que, sin querer, derramó el tintero sobre la hoja que estaba escribiendo. Llorando decía: ?nunca aprenderé a escribir!? Pero la maestra, lo consoló con palabras que quedarán grabadas para siempre en el corazón de Juan: ?No te desanimes! También yo, antes de ser maestra, hice muchos mamarachos. Verás que vos también aprenderás a escribir.? Una lección de oro que recordará a sus Hermanos como actitud en la educación de los chicos.
  • El papá algunos domingos de tarde lo llevaba con él al bar donde se juntaba con algunos amigos. Casi por juego pedía a Juancito que les hiciera un sermoncito y Juan repetía lo que oía del sacerdote en la misa dominical. Decía ?hay que salvarse el alma!?. Papá Luis, en broma le respondió: Sí, el alma del botón! (los botones en ese tiempo eran hechos de cartón o de madera, forrados de tela. La parte interna se la llamaba ?alma?). Ésta broma de mal gusto dejó una impresión amarga en el anímo delicado del pequeño. Tanto que cuando era ya grande y pasaba cerca de ese bar, Juan recordaba siempre ese episodio desagradable, y decía: no se deve nunca decir cosas a los niños que hieran su sensibilidad. Trastornan su inocencia y les dejan una mala impresión.
  • Otro gesto que hirió la sensibilidad de Juancito fué la actitud que tuvieron algunas personas de una asociación de caridad de la parroquia, que visitaban las familias indigentes y les daban bonos para buscar mercaderia. Al visitar la familia de Juan recriminaron el padre porque fumaba y destaparon la olla para ver que estaban cocinando. Juancito aprenderá de ésta actitud que la caridad hay que hacerla bien, siempre, sin humillar las personas y sin juzgar.
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  • Después de la muerte del papá Juan, con apenas 12 o 13 años, va a trabajar en un negocio donde reparaban y hacian marcos de cuadros. Su padrón, no creyente, bestemiava facilmente y ésto hería la sensibilidad de Juan, que lo invitava a no hacerlo porque sino no se salvaría. Un día Juancito comete un error irreparable, arruinando un diploma. El padrón lo hechó de mal modo diciéndole: salí de acá, andá a hacerte cura que no servís para otra cosa! Humillado Juan vuelve a casa (S. Lorenzo) y con dolor le cuenta a su mamá que fué despedido del trabajo. Mamá Angela se confía con don Scapini diciendole que su hijo deseaba ser sacerdote. Será éste sacerdote la larga mano de la Providencia que ayudará a Juan a recuperar los años de estudio perdidos, estudiando con profesores particulares, para poder despues entrar en el liceo del seminario y llegar después de largos y duros años a ser ordenado sacerdote.

 

P. Pedro Scapini acompaño con pasión y con amor de padre el camino formativo de Juan. Vió en éste jovencito lo que otros no conseguian ver: el deseo de ser santo, de hacer la voluntad del Padre, su participación a la eucaristia, su amor por los chicos del oratorio, su sensibilidad por los más pobres...

  • Un día Padre Scapini lo hizo ir al liceo vestido con la ropa que una buena señora habia dejado en parroquia para la caridad... Unas botas de mujer, un saco tipo frac, un sombrero estraño... Así Juan, en obediencia, entró en el aula provocando las cargadas y risadas de sus compañeros... Era un modo para probar y forjar la docilidad y la obediencia de Juan.

El espíritu de Juan fué templado por las humillaciones, el hambre, la pobreza, la pérdida del padre, el tener que asumir la responsabilidad de un trabajo siendo todavia un niño, la frustración de ser hechado del trabajo, el tener que dejar los estudios viendo así desvanecer sus sueños... tantas otras pruebas fueron dejando huellas profundas en su estilo de personalidad.  Se mostrará un muchacho tímido, humilde, con dificultades en el aprendimiento, en el trabajo, en el estudio... (en seminario no tenía muy buena reputación como alumno y fué ordenado no por ser ?culto? sino por su ?piedad?) y de adulto tendrá que luchar muchas veces con su estado de animo tendencialmente depresivo, escrupuloso; manifestará en tantas ocasiones su sentido de inferioridad, de culpa, no se sentia digno, a la altura de la responsabilidad,... cuantas veces quiso dejar todo, escapar, porque sentía que estaba arruinando la Obra. (si no fuera por su confesor, P. Natal, que lo animaba, y con firmeza lo mandaba de vuelta a S. Zeno a continuar su misión... no sabemos si Juan habría resistido a tan grande responsabilidad).

No queremos hacer una lectura demasiado antropológica, pero considerar la dimensión humana, y ver las huellas que la historia dejó en su personalidad, sobre todo en los aspectos de debilidad, creo que nos ayuda a valorizar más todavia la grandeza de su santidad. Porque es en ese terreno del humano, de las fragilidades, de lo que llevamos escrito en nuestra historia desde el seno materno hasta el presente... es ahi donde la gracia de Dios se ?mezcla? con nuestra naturaleza, entra en diálogo con nuestra libertad, fortalece nuestra voluntad y hace de cada bautizado una obra maestra de santidad, un ?hijo/hija de Dios?. 

La santidad de Juan Calabria se fué construyendo en un continuo diálogo entre la fragilidad humana y la misericordia como experiencia de perdón, de abandono en Dios, de ?comenzar siempre de nuevo? con la mirada puesta en Dios más que en su pobreza y fragilidad.

Ese niño, nacido en una humilde azotea, probado por Dios como el oro en el fuego, será llamado a convertirse en un "Evangelio vivo", un "campeón de evangélica caridad", verdadera "luz que brilla en la Iglesia", estrella segura que nos guía en las tinieblas de la noche por el camino de la fe.

La santidad de Juan Calabriatiene sus raíces aquí. En su hogar. Pero el don más grande que Juan Calabria siempre recordará fué el Bautismo.  Juan fué bautizado el 1 de noviembre del 1873 en su Parroquia, la Iglesia de los Santos Apóstoles. Fué ahi, en esa ?fuente bautismal? donde Juan recibió el Espíritu Santo y la semilla de la fe. A ese fuente regresará todos los años, hasta que la salud se lo permitirá, para renovar las promesas bautismales. Juan festejaba su cumpleaños el día de su bautismo. Lo celebraba preparandose con la confesión y renovando su fé en Dios Padre.

En la fuente bautismal Juan Calabria encuentra el corazón del Padre, la esencia del Evangelio, su bondad y misericordia... A ésta fuente regresa para renovar la fe, para ser purificado del pecado, para ser colmado del Espíritu Santo, para contemplarse hijo en el Hijo Jesus, y sentirse llamar por el Padre ?tu eres mi hijo amado, mi predilecto!?

Es aqui donde ahonda sus raíces y aprende a ?ser hijo?, atento y obediente a la Palabra. Es aqui donde Juan encuentra a Dios como Padre, y ésta experiencia se vuelve certeza en su vida, haciendolo capaz de integrar en ésta verdad toda su existencia, su pasado, sus temores, sus sufrimientos... es aquí donde descubre su identidad más profunda: la de ser ?hijo? de un ?Padre? misericordioso, providente y sentirá que esta es Su experiencia, su misión, su profecia! Aqui están las raices de la Obra, de toda la Familia calabriana, que tenemos como misión reavivar la fé en el mundo, viviendo de total confianza y abandono en la Providencia de Dios Padre

Conclusión

A conclusión de ésta catequesis sobre la niñez del P. Juan Calabria, creo que si él pudiera hablarnos en éste momento nos diría:

  • Agradezco y bendigo a Dios por la infancia que he tenido, por mis padres, mi familia.
  • Agradezco por esa maestra ejemplar que fué mi mamá que me estuvo al lado hasta su último suspiro. De ella aprendí a leer mi historia con los ojos de la fe; a ser sensible y a tomar cuidado de la vida fragil de cada persona; a no desesperar en ninguna situación poniendo todo en las manos del Padre y confiando en la querida Madre del cielo, la virgen Maria.
  • Agradezco a Dios por el don del Bautismo, que siempre celebré como el dia de mi cumpleaños, porque en ese día nací a la Vida como hijo de Dios.
  • Agradezco y bendigo cada una de las pruebas, dificultades, contrariedades, humillaciones, incomprensiones... porque ahí aprendí a ser humilde, a abandonar mis proyectos y sueños para que Dios realice en mi solo su voluntad. Agradezco porque en la pobreza aprendí a ser sensible y cercano a los que tenían menos que yo.
  • Agradezco la Providencia por las personas que me puso al lado, en especial por P. Pedro Scapini que me acompañó como un maestro e padre allanando el camino para que yo pudiera llegar a ser sacerdote.
  • Agradezco y bendigo el día que yo también prové el dolor de haber quedado huérfano de papá y el día en que fuimos desalojados... porqué despertó en mi la llamada a tomar cuidado de tantos huérfanos y niños de la calle.
  • Agradezco a Dios que puso en mi la llamada al sacerdocio desde el seno materno y por todas las pruebas y dificultades que superé en éste arduo camino hacia el sacerdocio, porque cuanto más lejos veía la meta más crecía en mí el amor por mi vocación. Esta experiencia despertó en mi el deseo de ayudar a otros chicos que por ser pobres arriesgan de no poder ser sacerdotes.
  • Bendigo y alabo Dios Padre porque en esos años de mi niñez me fué preparando para ser su instrumento en dar vida a una Obra que revelara su rostro de Padre tomando cuidado de los más pobres y emarginados.
  • Sí, Padre, te alabo y te bendigo porque todo lo haz hecho bien!
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Que podamos también nosotros, como hijos espirituales de San Juan Calabria, aprender a leer nuestra historia, la propia historia con los ojos de la fe, y descubrir que en ella Dios nos revela su rostro, nos habla y se deja encontrar. No solo, Dios en nuestra historia nos va revelando también quienes somos y que espera El de nosotros. Nos hace participar de su Sueño y nos espera hasta que comencemos a soñar con El.

Que Juan Calabria nos enseñe también a integrar nuestra vida, nuestro pasado, sobretodo las situaciones que no conseguimos encontrarle sentido, a colocarlo todo en la cruz de Jesus, para que la fe cambie la visión y colme de amor nuestros vacios existenciales. Nos ayude Juan Calabria a descubrir que no hay ni siquiera un minimo fragmento de nuestra existencia que no haya sido alcanzado y salvado por la cruz de Jesus, que no encuentre sentido en el plano amoroso de la Providencia di Dio.

Juan Calabria, podia haber sido un chico de la calle, un vaguito... tenia todo para llegar a ser un gran delincuente y sin embargo salió un gran santo! Integró y canalizó toda su historia en bien, en amor entregado y se dejó llevar sobre las alas de la Divina Providencia, tierna Madre.